Llevar tus pómulos al cielo
para escalar tersas montañas;
-pero no:
harapientos incautos
se embriagan con la cal
y sus esperpentos tiernos aúllan úllan,
huyan
¡Huyan mis pájaros de la terrible escena!
de las tripas del día no queda una
una marca, un olor, nada
Los cuervos ansían el alba
alba alba
zurcos en las pieles que se embriagan de cal;
llamaradas:
verdes del azote
simias de la sorpresa y vueltas a nacer del mar
Y las conchas también huyeron de la sombra
una tras una, con o sin vida
dando sus saltitos pueriles
¡Llévenselas también!
-dijo el policía desalojando la escena-
Aquí yace el poeta
presa de la fuga,
fuga de la presa;
aterrado de la sangre,
sangrando del terror;
plástico en cabeza y volvemos a empezar
con harapientos incautos embriagados con la cal
embriagados con la desidia y la burla
-¿ahora quién ríe?-
Nadie ríe, porque hace mucho todos dejaron de entender
y si no entienden no ríen, porque son estrictamente gente de bien
gente de entender entes en tendederos e intenciones enteras entiende,
¡entiende!
Pero caen las olas sin reír
sin reírse del harapiento incauto embriagado con la cal,
ahora solo, pajeándose en parajes solitarios
en calles que no existen,
junto a hospitales que no curan y bolsas de plástico que no contienen
que no pueden contener
contentas con tener hoyos -¡oh! yo nunca quise trivializar,
pero hay un harapiento incauto embriagado con la cal
pajeándose en un paraje solitario en algún lugar
y sólo los locos lo oyen.
Lo oyeron cuando salía mentando madres
-del parque, de la esquina, de donde sea-
iba rumbo a las tersas montañas de tus pómulos
poco después de que quedasen en el cielo,
pero no soltaba la cal que no alcanzaba;
huyóse en esperpentos tiernos
siguiendo a los pájaros y haciéndose pasar por uno
olvidó que era dios civilizador y sus tripas cayeron como mangueras
los cuervos se preguntaban por la extraña afición
de ese harapiento a todas luces borracho de cal
y ansiaban el alba para dejar de posar e irse a sus casas;
pero el poeta no paraba de yacer,
yacía sin tapujos e inmaduros policías
desalojaban la alcoba;
imaginando cómo sería
si se fugaran las presas,
o peor
si, presas de la fuga,
empezasen a sangrar del terror
del sol, alcohol al alba
y las bolsas especiales para cabeza
¿las harán ellas también para el uso de
harapientos incautos ennervados de cal?
¿Segarán también las risas blancas,
de los papanatas harapientos adictos a la cal?
Las ancas de ranas rancias de cagar en los mejores excusados
ríen también
y bailan al toque de las descargas eléctricas,
de lo contrario muertas y sosegadas;
ríen con las olas risas sin nombre,
risas sin preguntar y sin contestar
risas que ocultan otras risas
que a todas luces juegan con la idea de matar;
Risas cómplices de matar harapientos incautos embriagados con la cal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario